Margarita forma parte de un deseo guardado por mucho tiempo, una necesidad y una ausencia que es necesaria llenar. Rastrear la historia de vida de las mujeres de las cuales provengo: Margarita, Rosa y Rosario.

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Como propuesta estética y artística, se construye como un proyecto con perspectiva de género, que reconoce y recupera el valor del relato interpersonal e íntimo como un punto de encuentro con lo social Se descubre como una escritura fragmentaria, que permite activar dos procesos: el de la creación y el de la investigación documental y autobiográfica. Es decir, una dramaturgia performativa que, tal como señala la investigadora Lorena Saavedra “se inscribe más en un tipo de texto donde surge una exposición radical de un sujeto enunciador que evidencia un proceso reflexivo, de autoconocimiento y de producción, abierto a la interpretación del lector/a, un texto que va desde un cuerpo emocional que contagia a través de la resonancia.” (2020, p. 37)

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Margarita es un encuentro con las voces que la recuerdan y que me ayudan a dibujar su silueta la a la distancia: cómo fue la vida en el campo y cómo conoció al que fuese el amor de su vida y que se dejó morir una vez que ella no estuvo más… y aquella cita entre ambos de aquél 28 de enero de 1949…

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¿Cómo se reconstruye en la memoria una persona con la que apenas cruzaste palabras… que tenía sus manos y mejillas frías…? ¿por qué callaba tanto?, ¿qué cantaba?, ¿por qué lloraba?, ¿qué fue de Margarita esos últimos años entre la cama y una silla de ruedas?, ¿qué pensaba Margarita de sus nietas? ¿será que ahora comienzo a extrañarla? ¿será que la podré querer algún día? ¿será que ya la quiero un poquito mientras escribo estas palabras…?